Parece inevitable
dejar una “vida” abrazada por la rutina, no priorizar lo verdaderamente importante y nos cuesta no aspirar a la idea de tener lo que otros/as quieren dejándonos arropar por el miedo. Con un cuaderno de
quejas vamos limitando nuestras ganas, y sobre todo, preferimos asumir ese “No
voy a poder” dejando que el conformismo gane la batalla.
En estos días descubrí un artículo que reafirma lo que probablemente sabemos,
pero no queremos asumir: “LA VOLUNTAD es la clave para conseguir lo que uno se ha
propuesto”. El autor Enrique Rojas de manera magistral y con la sencillez que caracteriza a los
sabios nos deja un mensaje contundente y a la vez motivador: “No eres más libre cuando haces lo que te
apetece, sino cuando eliges aquello que te hace más persona. Aspirar a lo mejor
y tener visión de futuro.”
No se trata de
asumir una pastura simplista al enlazarnos a la falsa idea del éxito,
tampoco se trata de considerar que la vida es una
carrera de quién tiene más, que la inteligencia consiste en una fabrica de títulos
académicos y que la personalidad se construye con esa idea de la “perfección” que nos hace tanto daño.
Ser
imperfectos, celebrar y aprender de las sorpresas que nos trae la vida es un
privilegio, enriquecernos con lo simple, con los aciertos, las adversidades y a pesar de los pesares desafiar lo establecido
es vivir a plenitud, sin embargo, es una
actitud que se aprende y se asume cuando educamos nuestra voluntad, teniendo
siempre presente que no hay mejor medicina que los sueños, y que para materializarse
necesitan de pasión, pero sobre todo de la perseverancia para nunca rendirnos…
¿Puede más la voluntad
que la inteligencia? ¿Qué aspectos debemos desaprender para disfrutar más el
viaje y lograr nuestros objetivos?
El artículo es
sólo un granito de arena lo demás depende de nosotros/as…
Felicia Tavárez Suárez
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La importancia
de la voluntad
LA VOLUNTAD es la clave para conseguir
lo que uno se ha propuesto. Es la joya de la corona de la conducta. El que
tiene educada la voluntad verá que sus sueños se irán convirtiendo en realidad.
La voluntad y la inteligencia forman un
dúo decisivo en la geografía de la persona. A ellas se une otra pieza decisiva
de nuestra psicología: la afectividad. Afectividad, inteligencia y voluntad
constituyen un tríptico esencial que nos dirige hacia lo mejor.
¿Qué es la voluntad, en qué consiste,
cuáles son los principales ingredientes que se hospedan en su interior? La
voluntad es la capacidad para ponerse uno objetivos concretos y luchar hasta
irlos alcanzando. Está claro que no es algo genético, sino adquirido. La
psicología conductista la define así: capacidad para aplazar la recompensa. Es
decir, para ir trabajando y fortaleciendo la voluntad es muy importante no
buscar resultados inmediatos sino mediatos, sacrificar lo cercano por lo
lejano. En esa travesía se encierra un principio que me parece muy importante:
saber esperar y saber continuar.
Etimológicamente la palabra voluntad
procede del latín voluntas, -tatis, que significa querer. Hay una distinción
muy interesante si nos vamos a los matices. Desear es pretender algo de forma
pasajera, momentánea, esporádica, sin continuidad, es algo que asoma en el
escenario de los intereses y luego se difumina. Por el contrario, querer es
determinación, propósito firme, decisión sólida, es haber tomado la resolución
de conseguir algo y entregarse a esa tarea. El inmaduro va detrás de los deseos
según van apareciendo y luego los va desechando. El que tiene madurez quiere
algo con fundamento y precisión, lo califica, lo precisa, delimita su campo y
se lanza con todas sus fuerzas en esa dirección evitando la dispersión,
poniendo a la voluntad por delante, para que tire en ese sentido. El deseo es
más emocional, el querer pertenece al patrimonio de la voluntad. Dicho de forma
más rotunda: voluntad es determinación.
Toda educación empieza y
termina por la voluntad.
La voluntad es firmeza en los
propósitos, solidez en los planes a llevar hacia delante, ánimo ante las
dificultades. Todo lo grande es hijo del esfuerzo y la renuncia. Quien tiene
educada la voluntad es más libre y puede llevar su vida hacia donde quiera.
Cuando la voluntad se ha ido formando a base de ejercicios continuos, está
siempre dispuesta a vencerse, a ceder, a dominarse, a buscar lo mejor. No eres
más libre cuando haces lo que te apetece, sino cuando eliges aquello que te
hace más persona. Aspirar a lo mejor y tener visión de futuro.
Quiero diseñar un decálogo sobre cómo
fomentar la voluntad, una manera de atornillar un tema tan rico, complejo e
importante como éste.
1. La voluntad necesita un
aprendizaje gradual, que se consigue con la repetición de actos en donde uno se
vence y lucha y cae y se levanta y vuelve a empezar. Esto tiene un nombre:
hábito. Es necesario ir adquiriendo hábitos positivos de voluntad, la
frecuencia y regularidad de un comportamiento positivo,
2. Para tener voluntad hay que
empezar a negarse y/o vencerse en estímulos e inclinaciones inmediatas. Esto es
realmente difícil en los comienzos. Toda educación de la voluntad tiene un
trasfondo ascético, esforzado, costoso.
3. Cualquier avance en la
volunta se hace más fácil si hay motivación. Estar motivado es tener el arco
tenso para apuntar al mejor blanco. El ejercicio de tiro con arco en nuestros
objetivos se estira más gracias a los contenidos que lo motivan. ¡Lo que
estudia una persona que prepara oposiciones para llegar a sacarlas! ¡A lo que
es capaz de renunciar en cuanto al placer de comer una persona que está
motivada para adelgazar! El que sabe lo que quiere tiene la voluntad preparada
para la lucha.
4. Es fundamental tener objetivos
claros, precisos, bien delimitados, medibles y además estables. Cuando esto es
así y se pone el esfuerzo por ir hacia delante, los resultados positivos
estarán a la vuelta de la esquina. La cabeza no tolera la dispersión de aquello
que pretendemos conseguir. Ni tampoco querer abarcar más de lo que uno
realmente puede. Aprender a renunciar es sabiduría y paz interior.
5. Toda educación de la
voluntad tiene un fondo austero, sobrio y costoso especialmente cuando se está
comenzando. Los ríos desbordados y caudalosos de la juventud deben ser
conducidos por un cauce que disciplina los impulsos y agavilla su volumen. Ahí
tienen su puesto los padres por un lado y los educadores, por otro. Las grandes
ambiciones, las mejores aventuras brotan de un pequeño riachuelo que crece poco
a poco descendiendo la montaña y que se hace ancho y crecido en el valle.
6. Una persona con voluntad se
da cuenta de lo importante que es el orden. El orden empieza en la cabeza: el
que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Orden en nuestra habitación,
despacho o lugar donde funcionamos. Orden en los horarios. Orden en no querer
ser salsa de muchos guisos, ni estar desparramado en demasiados asuntos. No
olvidar esto: ordenar es tirar lo que sobra y no sirve; en la duda, tirar.
7. Una persona con voluntad
alcanza lo que se ha propuesto si es constante. Esto significa tenacidad,
insistencia, perseverar, no darse por vencido cuando las cosas empiezan a
costar, empeño, tesón férreo. Es la política de los pequeños vencimientos. De
ese modo podemos decir que somos enanos a hombros de los gigantes.
8. Una buena y adecuada
educación de la voluntad es un indicador de madurez de la personalidad. No hay
que olvidar que cualquier avance de la voluntad se acrecienta con su uso y se
hace más eficaz a medida que se incorpora con firmeza a la ingeniería de la
conducta. Una persona con voluntad llega en la vida más lejos que una persona
inteligente. Y al revés, una persona sin voluntad está siempre a merced de sus
caprichos, traído y llevado y tiranizado por la filosofía del me apetece.
9. La educación de la voluntad
no se termina nunca. Lo que quiere decir que el ser humano es siempre una
sinfonía inacabada. Cuando el tiempo se pose amarillo sobre nuestras
fotografías, que podamos decir: confieso que he intentado sacar lo mejor de mí
mismo, a pesar de los pesares. Intentar hacer de la vida personal una pequeña
obra de arte, cada uno según sus capacidades y exigencias. Trabajo de artesanía
psicológica.
Termino. Nihil difficile volenti, leí
en una casa italiana en el frontispicio de su entrada: nada es difícil si hay
voluntad. Buena parte del éxito o del fracaso en la vida personal dependen de
la educación de la voluntad.
Enrique Rojas es catedrático de
Psiquiatría y autor de No te rindas (Temas de Hoy).
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