La política desde sus inicios ha mostrado un marcado distanciamiento a los aportes que puede realizar la mujer, en este importante escenario antiguamente se llego a pensar que las mujeres no teníamos las facultades necesarias para emitir juicios y contribuir con la construcción de una sociedad justa a través de la política, pero ¿Qué tanto a cambiado nuestra realidad? Ante esa situación el Consejo General de las Naciones Unidas con profundo desconcierto ha reconocido que los niveles de representatividad y de liderazgo político de la mujer son mínimos, su secretario General Ban ki-Moon se ha comprometido en fortalecer la igualdad desde ese organismo, sin embargo, las cifras siguen siendo desalentadoras.
En el poder ejecutivo la representación de la mujer en países como: Brasil, Uruguay, Perú, Guatemala, y República Dominicana no alcanzan un 10%, en el escenario legislativo en países latinoamericanos la representación es de un 10,3%. En la República Dominicana la ley electoral ordena una cuota femenina de un 33% cifra que a pesar de ser preocupante y mediocre logran evadir los principales organismos. Un ejemplo de la escasa responsabilidad de organismos como la Junta Central Electoral y los partidos políticos dominicanos lo indica el informe sobre Desarrollo Humano(PNUD) cuando plantea que: “Para las elecciones municipales, en vez de buscar formas de ofrecer un porcentaje de sindicaturas a mujeres colocan a hombres como candidatos a síndicos y a mujeres como vicesindicas, cuando estas carecen de funciones reales. Postulan a las candidatas donde el partido tiene menos probabilidades de ganar” Esa es una de las leyes que no se cumple y por lo tanto el panorama político femenino sufre las consecuencias. La representación de la mujer de acuerdo a la cuota establecida no alcanza el 33%.
¿Qué genera la falta de empoderamiento político? Uno de los principales inconvenientes de la falta de empoderamiento de la mujer en ese escenario es la ausencia de sus intereses, es decir, las agendas se hacen en esencia desde una perspectiva androcéntrica. Coincidimos con Alda Facio. "los legisladores tienen plena ignorancia sobre las convenciones internacionales respecto al tema". Priorizando la inclusión política de la mujer se obtienen grandes avances en la esfera ciudadana, social, cultural y económica de un país. En ese sentido nuestros congresos o parlamentos necesitan de una profunda modernización, porque la fortaleza e igualdad en nuestros órganos de poder no se miden por la cantidad de leyes, sino por medidas eficientes, sostenibles y participativas en ese y otros escenarios.
Autora: Felicia Tavàrez Suárez
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